Entrevista Eduardo Casanova

Le conocimos cuando apenas era un crío en Aída, haciendo un papel muy arriesgado y diferente para su edad. Desde muy joven apuntaba maneras y durante este tiempo lo ha demostrado protagonizando espectáculos como The Hole o su papel en La chispa de la vida de Álex de la Iglesia. Se considera un devorador de cine y lo demuestra con los tres cortos que ha dirigido, Ansiedad, Fumando espero y Amor de madre, que demuestran una estética y argumento muy diferente de lo que estamos acostumbrados. Hablamos con Eduardo Casanova para indagar en su faceta como director y nos dará alguna pista sobre el Fidel que veremos en esta temporada en Aída, que por cierto empieza hoy.
 

«El día que dirija una película tardaré treinta y cuatro años»

 
 
Amor de madre comienza con una invasión zombie y la preocupación de una madre de rescatar a su hijo. Ante estos hechos a la madre le preocupa mucho más el segundo. ¿Esto es el amor de madre?
 
A cualquier madre le preocupa más su hijo que cualquier otra cosa en el mundo, su amor prevalece ante todo. Creo que si hubiese una invasión zombie a una madre le daría igual con tal de salvarlo. Esto es precisamente lo que quiero contar. Al principio esto no era una historia de terror, quería hablar de enfermedades venéreas, de una familia que se contagiaba el sida entre ellos y la madre luchaba por su hijo. Lo que pasa es que me parecía muy interesante mezclar este melodrama con terror. Desde ahí es donde surge mezclar un género de terror, zombie con uno real y creo que no hay nada más dramático que una madre sufriendo.


¿Por qué una invasión zombie?
 
Lo primero porque a mí el género de terror me encanta y de esta parte lo que más me gusta son los zombies. Luego al querer hablar entrelíneas de las enfermedades venéreas era una cosa bastante sórdida hablar de un ser infectado, era bastante metafórico. Los vampiros chupan sangre, las momias van con vendaje pero los zombies están infectado de enfermedades y eso es lo que verdaderamente a ella le horroriza.
 
Ana Polvorosa en Amor de madre

Todos tus cortos están llenos de matices, de detalles, además dos de ellos son mediometrajes. ¿Cuánto tiempo dedicas a cada uno de tus trabajos? ¿Cómo es la preparación?
 
Es un horror, es un estrés muy grande. Una vez escrito no lo reviso demasiado, en este sentido soy un poco Ed Wood, a la primera me vale. Más bien es el tiempo de preproducción porque cuido mucho la estética, entonces he de construir decorados, quiero unos efectos especiales muy concretos, hay que buscarlos, conseguir el dinero (risas). El rodaje, al fin y al cabo, es lo de menos son cinco o seis días. Aunque luego queda el tema de la posproducción, quiero una música inédita, una que he pensado cuando estaba escribiendo, entonces hay que hacerla. Todo lo que se ve en mis cortos son cosas hechas para ese trabajo, no las he cogido de bases musicales ni nada parecido. Entonces todo eso lo alarga mucho porque quiero hacer una cosa bastante personal. Desde que empiezo a trabajar en él hasta que acabo tardo un año. Lo que no sé es que voy a hacer cuando haga una película porque si un corto tardo un año, una película serán treinta y cuatro por lo menos.


Hay críticos que te comparan con el Almodóvar más underground, ¿qué significa para ti que te digan esto?
 
Que te comparen con Pedro Almodóvar es una maravilla, aunque las comparaciones siempre son odiosas. No llego al caballero Pedro Almodóvar ni a las suelas de los zapatos porque la carrera y el arte que tiene él es difícil de conseguir. De esa frase que has dicho me quedaría con la palabra “underground”. En este país lo mainstream conocido es muy poco pero en realidad mis referencias además de Almodóvar, que claro que lo es, tengo muchísimas más. Amor de madre bebe del cine de terror americano de Cronenberg, de George Romero, de Tarantino, siempre salvando las distancias. Sí que es cierto que me gusta tocar temas más undergrounds, más sórdidos y controvertidos.


Cuando te pones a escribir o a pensar una idea, ¿cuáles son tus referentes?
 
Adoro a Russ Meyer, John Waters que es el director de cine de más mal gusto de la historia que hacía películas con Divine comiéndose mierda y matando bebés. Es como la parte más frivolona. También veo mucho cine de terror, tanto italiano como Argento, Bava ó Fulci como películas de serie Z que son las que más me apasionan, por ejemplo El espanto surge de la tumba con Paul Naschy, Maria José Cantudo y Helga Liné, todas estas películas junto a Basket Case y La mosca.


Escribes, diriges, produces… ¿no acabas agotado?
 
Sí, la verdad es que cuando comienzo a hacer un cortometraje lo paso muy mal. Pongo tanta atención en eso que cuando acabo siempre suelo tener o diarrea o constipado. Cuando terminé de rodar mi primer mediometraje Ansiedad estuve cuatro días enclaustrado malísimo, saturado, no soportaba a nadie. Había tenido tanta información en esos días que necesitaba descansar. Pareceré muy exagerado pero es que en realidad poner mucho dinero para un rodaje que también está escrito por ti, con una estética tuya, unos planos tuyos, es vaciarse de una forma tremenda y agota mucho. Pero bueno, el agotamiento está al mismo nivel que la satisfacción sino no seguiría.
 

¿Te gustaría o te animarías algún día a protagonizar alguno de tus trabajos?
 
Creo que no podría, no me veo capacitado para tanto. A pesar de que hay gente que sí que puede hacerlo. Cuando tú diriges tienes que estar atento a mil cosas y estar pendiente de mí, con lo que soy yo, sería también muy complicado.


¿A la hora de dirigir un corto ayuda haber interpretado? O al revés, ¿el haber dirigido un corto te ayuda a interpretar?
 
Sí, creo que más la primera. Haber interpretado ayuda mucho a dirigir un corto porque te comunicas con los actores y hablas con el mismo lenguaje. Una persona que no ha interpretado nunca le es muy difícil expresarse con el actor, aunque hay directores muy buenos que lo hacen. Cuando hablas el mismo idioma es más fácil comunicarse con lo cual consigues un resultado mejor.
De la otra que has dicho, técnicamente sí que sirve. Al dirigir controlas planos, objetivos, sabes lo que es un travelling, un poco de todo y cuando te pones a actuar y un técnico te da orden tú ya estas prevenido porque ya sabes lo que es.


Estás pensando en hacer un largometraje, ¿te gustaría que rompiese con todos tus anteriores trabajos y hacer algo completamente diferente?
A mi siempre me encantaría hacer cosas que no tengan nada que ver con la anterior, mi idea es esa. Como ser humano estoy en constante evolución y me gustaría hacer cosas que no tengan nada que ver con la otra y que sean completamente diferentes. Si que es verdad que soy sólo una persona, no mil, y habrá algo parecido en todos. Aunque dirija lo que dirija siempre me gustaría que tuviese toques de cine terror y una estética monocromática, de un solo color.


Tu compañero Paco León también se animó a dirigir su propio trabajo, ¿os habéis dado consejos mutuamente a la hora de embaucaros en esta aventura?
 
Es curioso porque hay muchos actores que acaban dirigiendo y escribiendo y la verdad no sé por qué es. Paco es un gran actor que ha hecho mil cosas tanto interpretando como creativo. Cuando yo hice Ansiedad tenía 17 años y Paco aún no había dirigido nada. Aún así le pedí muchísimo consejo, de hecho fue el primero que vio Ansiedad y Fumando espero y la verdad es que al dirigir nos entendemos muy bien.


Ana Polvorosa te acompaña en dos de tus cortos, ¿cómo ha sido dirigir a una amiga además de compañera?
 
Muy bueno, porque aparte de ser una gran actriz y amiga, es una persona con la que he compartido la mitad de mi vida. Entonces el entendimiento entre ella y yo es muy fácil, no hace falta que le diga grandes cosas para que ella me entienda. Por eso, el resultado es tan bueno porque sinceramente pienso que en Amor de madre Ana está para un Goya. Lo digo de verdad, no porque sea mío el corto ni porque sea ella, creo que está realmente bien y esto es fruto de la relación que tenemos.


Cambiando de tercio, me encantó tu papel en La chispa de la vida. Tu escena final, creo que es la que aporta mayor dramatismo a la película.
 
¿Ah sí? ¡Qué curioso! Me habían dicho muchas cosas pero no esa. Creo que la película es bastante dramática en general, de hecho todos los personajes lo son. Teniendo en cuenta que mi padre tiene un clavo atravesado en la cabeza, su mujer está acompañándole… está teñido con bastante drama pero me gusta mucho tu apreciación. Sí que es verdad que en La chispa de la vida el personaje más de Álex de la Iglesia es el mío, que es como gótico, más tremendo y estoy muy agradecido. Álex también es uno de mis referentes.


Quizá por eso mismo como tu personaje era el que menos expresaba durante la trama, con ese estilo gótico, oscuro y sin expresión, esa escena final llamaba tanto la atención porque en ese momento lo expresabas todo.
¡Qué maravilla! No era mi intención pero es un halago muchísimas gracias.
 
Salma Hayek y Eduardo Casanova en La chispa de la vida
 

¿Qué ha significado para ti haber trabajado con Álex de la Iglesia?
 
Adoro mucho a Álex. Aparte de como amigo, admiro mucho a su cine que es precioso y muy poco visto en España. Hace acción, terror y como te llevo comentando toda la entrevista este género me fascina. Fue un honor y me encantó trabajar como actor con uno de mis directores favoritos.

Refiriéndonos ahora a Aída, hace poco hablé con Secun de la Rosa y me comentó que dejaba la serie y que tras su marcha te iba a dejar a ti el legado de su personaje. ¿En esta temporada veremos un Fidel diferente?
Creo que sí pero no encaminado hacia lo que era Toni. El personaje de Secun era maravilloso, yo le adoro, y creo que lo ha interpretado como nadie. Sí que es verdad que Toni era como el gay y en mi personaje prevalece algo más importante que la homosexualidad que es su faceta intelectual y frikie. Evidentemente que va a evolucionar pero lo hará hacia un lugar distinto. Cada personaje tiene sus cosas y el personaje de Toni era lo que era y el de Fidel es completamente diferente.

Muchas gracias por la entrevista, Eduardo.
Gracias a ti, amor.

Crítica La chispa de la vida de Álex de la Iglesia

No soy muy aficionada a ver el tráiler de una película porque considero que más de una vez se les escapa información que se debería de descubrir mientras disfrutamos del film. Con La chispa de la vida de Álex de la Iglesia seguí mis principios y no ví ninguna imagen de la película. Sí que había leído entrevistas hechas a De la Iglesia y a José Mota y me interesaba saber que era ese “chispazo”. Por lo tanto, no tenía una idea totalmente formada sobre lo que me podría encontrar y me lancé a ve la película con la mente abierta.

La chispa de la vida empieza con la historia dramática de un publicista (José Mota) venido a menos. En el pasado realizó uno de los mejores anuncios de Coca-Cola pero su tiempo de gloria pasó y ahora está viviendo en el subsuelo del éxito, en el paro. A pesar de todo siente una adoración conmovedora hacía su mujer y su familia. Una relación que Álex de la Iglesia ha sabido plasmar con total maestría. Realmente sabe hacer que los espectadores quieran a esa familia y que sufran con ellos.

El principio, que puede llegar a hacernos pensar que estamos ante un drama realista que cuenta la situación de crisis actual, nos hace equivocarnos. De repente nos encontramos con un giro de 180º, en el que a través de una historia llena de especuladores, tiburones, donde la fama y el dinero se alzan frente a los valores, el director consigue hacernos reír y emocionarnos al mismo tiempo.

No puedo pasar por alto la magnífica interpretación de Fernando Tejero en el que le vemos realizando un papel muy diferente del que hasta ahora nos tiene acostumbrados. No hay duda de que se merecía una nominación a los Goya. Tiene dos papeles que deberían hacerle candidato. El de Cinco metros cuadrados y el de La chispa de la vida. Debo recalcar que frente a esta última me siento totalmente decepcionada. Su papel roza lo extraordinario y llega a hacer que le odiemos.

Otra actuación que me resultó desgarradora fue la de Eduardo Casanova. No puedo evitar acordarme de esa última escena saliendo de la tienda médica y de la mirada que lanza al frente, hace que todos los espectadores en ese momento nos sintamos como él. Su papel es pequeño pero a la vez muy grande por todo lo que él consigue transmitir, sinceramente otra nominación al Goya que echo en falta en estos premios.

Pero frente a estos dos papeles que a mi personalmente me resultan magníficos y que logran transmitir todo lo que sus personajes requieren y nos hacen meternos de lleno en esta historia, tengo una gran desilusión con los dos protagonistas. Jose Mota me sorprende, he dejado de ver al Jose Mota humorista y he empezado a ver a un buen actor. Pero aunque su actuación me sorprenda y me haga sentirme orgullosa de que el encasillamiento de actores se convierta en algo cada vez más lejano, en algunas escenas se extralimita y sobreactúa lo que provoca el desconcierto del espectador. Desde luego Salma Hayek no consigue transmitir todo el drama que el papel requiere, su interpretación podría haber sido muy recordada y pasará a ser una actuación más por la falta de dramatismo que ella le da a su personaje.

En lo que se refiere a la película, realmente Álex de la Iglesia me ha dejado totalmente asombrada. Consigue hacernos pensar sobre el mundo en el que vivimos y lo hace mezclando el drama y la comedia, algo realmente complicado. Es notable la crítica que realiza a la sociedad. La hace desde la ironía y a partir de una situación límite. Utiliza ejemplos realmente desgarradores (el accidente de los mineros) y consigue hacer que salgamos de la sala de cine preguntándonos, ¿por qué? ¿Por qué los seres humanos somos así? No puedo acabar la crítica sin hablar de los estupendos planos y giros de la cámara que hacen que la historia tenga un movimiento especial. Realmente impactante.



Fernando Tejero y Salma Hayek




Una de las escenas de la película




Jose Mota