Los hermanos Pastor, David y Àlex, debutaron en cine en el 2009 con Infectados, una ambiciosa película rodada en Hollywood y que ya nos advertía del talento de estos cineastas. Su última película, Los últimos días, rodada en Barcelona y protagonizada por Quim Gutiérrez, Jose Coronado, Marta Etura y Leticia Dolera, nos habla del fin del mundo. Estrenada hace una semana, está cosechando muy buenas críticas. Para conocer su éxito, Nuestra Ficción habla con los dos hermanos para que nos cuenten los secretos de su última película y qué es lo que le hace ser tan aclamada
Àlex y David Pastor |
«El apocalipsis que tenemos hoy en día es el cambio climático»
Los últimos días era una de las películas más esperadas de este año, ¿qué requisitos tiene esta historia que la puedan hacer diferente?
DAVID PASTOR: Es una película de aventuras, con mucha acción, y espectáculo, pero a la vez también está cargada de emociones y de sentimientos. Al público de aquí puede llamarles la atención el hecho de traer el apocalipsis a casa. Aunque también creo que el público de fuera de España, que le da igual que la película este rodada aquí o en Katmandu, encontrarán una película original, entretenida y plantea un tipo de aventuras subterráneas y un apocalipsis distinto al que están acostumbrados.
ÀLEX PASTOR: Hay muchos factores. Por un lado, pienso que es un tipo de historia que no se ha hecho nunca. La ambientación en Barcelona es especial porque es un tipo de historia apocalíptica más cerca del espectador. Un mundo más cercano, mucho más reconocible y la experiencia puede resultar más visceral.
En la película habláis del coste humano que supone el avance tecnológico. ¿Qué creéis que hemos podido llegar a perder por este proceso?
D.P: Por un lado hemos ganado muchas cosas. Evidentemente, nos ha librado de muertes violentas, de enfermedades infecciosas y muchísimo más. Pero sí que es cierto que la civilización tiene un coste físico y psicológico. Hay una serie de males como la depresión, el insomnio, la obesidad, los dolores de espalda, entre otros, que son inherentes al estilo de vida que llevamos. Lo que la película plantea no es decir “la civilización es buena o mala”, sino en ver un poco lo que hemos ganado y lo que hemos perdido.
A.P: Hay unos costes de los que no siempre somos conscientes. Por ejemplo, yo para dormir llevo un aparato que hace que no apriete los dientes con mucha fuerza. Básicamente por cuestiones de estrés me estoy cargando mis propios dientes y eso es algo que existe ahora y no porque llevemos ritmos de vida acelerados sino porque el nivel de decibelios al que estamos sometidos cada día por vivir en una ciudad con tráfico, obras, ruido constante, entre otras cosas. Todo esto genera lastres, ansiedad y poco a poco nos perjudica tanto la salud física como mental.
Habéis definido Los últimos días como un film optimista. ¿A la hora de realizarla cabe el optimismo en una hecatombe como es el apocalipsis?
D.P: Sí. Creo que tenemos una visión muy egocéntrica de nuestro lugar en el mundo, como que somos lo único posible. Esto no es así, el mundo acaba y vuelve a empezar, pero no con nosotros, sino con otros. Siempre nos han gustado mucho los mitos mayas del fin del mundo, cuando hablo de esto no me refiero a lo del calendario del 2012 que no tiene nada que ver. Los mayas no dijeron nunca que se iba a acabar el mundo en el 2012 se les acabo el papel del calendario (risa). Pero tienen unos mitos de la creación muy interesantes, eran muy cíclicos. Primero se crearon los hombres de madera, después de barro, y los dioses los iban destruyendo porque no estaban contentos con ellos, hasta que finalmente crearon los hombres hechos de pasta de maíz que los mayas creían que eran ellos y eran la tercera generación de hombres que los dioses habían creado, y destruido. Esta idea cíclica de un tipo de hombre que acaba pero vuelve otro, a nosotros nos ha parecido muy atractiva. Aunque no está en la película de forma explícita, si que nos ha influenciado mucho a la hora de escribirla.
A.P: Queríamos plantear un final optimista porque era la evolución natural de los personajes para construir el discurso del que nosotros queríamos hablar. Para poder hablar de todo lo que nos afecta como consecuencia de la vida moderna, era necesario que los personajes hiciesen este viaje progresivo al pasado. Tenía que ser así para poder contrastar y poder ver que cuando el mundo se convierte en un lugar tan peligroso, como lo solía ser hace miles de años, empezamos a sacar la parte más instintiva para la cual realmente estamos diseñados. Es entonces cuando empezamos a priorizar hacia las cosas mas importantes. De esta manera vemos que este modo de vida, quizá más peligroso pero más primario, está mas acorde con nuestras necesidades biológicas.
A la hora de rodar un film fantástico con tantos efectos especiales, ¿cuáles han sido las mayores complicaciones?
D.P: Cada escena de la película era como un desafío por muchas razones. Cada semana nos metíamos en una aventura distinta con los personajes. Cada vez que creías que tenías dominado un tema, llegaba otro distinto que no tenías nada controlado (risas). Desde rodar en túneles con mucha circulación, con especialistas hasta rodar con agua, fuego y animales. La verdad ha sido muy complicado. Lo más interesante es la combinación entre lo físico y lo digital, las cosas que se hacen en el set y como luego digitalmente las puedes complementar y ampliar. Esta es la única manera de que se haya podido hacer una película como esta.
A.P: Es una película complicada a todos los niveles. Es conseguir sacar lo mejor de cada equipo y hacer muchos esfuerzos para llevar a cabo la película. El cine que nos gusta a nosotros es el que combina todas las disciplinas como fotografía, interpretaciones, maquillaje, sonido… Esto te lo permite el cine fantástico como ningún otro. Trabajar historias que requieren un análisis estético desde todos los puntos de vista es lo que más nos satisface, con historias que requieren una combinación de transformación de los espacios. Era una película tan ambiciosa en todos los sentidos que es complicado saber que era lo más difícil, pero a la vez el reto en sí es lo que te crea mayor satisfacción a la hora de hacer una película así.
Además de la proximidad que puede llegar a sentir el espectador, ¿por qué otras razones habéis decidido rodar en Barcelona y en determinados escenarios?
D.P: Nosotros somos de aquí y nos hacía ilusión volver a casa y rodar en nuestra ciudad. Por otra parte, este tipo de película aquí no se había hecho y era un desafío que nos apetecía. En cuanto a los escenarios físicos, nosotros queríamos una Barcelona reconocible, que luciera, urbana y céntrica pero huyendo de las postalitas. No queríamos escenas ambientadas en la sagrada familia ni edificios de Gaudí en llamas. No queríamos irnos a sitios turísticos, sino más bien a la Barcelona que la gente de aquí conoce. Como la calle Balmes los metros o la Vila Olímpica.
A.P: Nos parecía interesante utilizar la ciudad en la que nos hemos criado para reflejar nuestras preocupaciones. Por otro lado, queríamos hacer como los americanos y coger imágenes que son icónicas, que son próximas, pero a la vez originales. También queríamos mostrar un mundo reconocible y a la vez explorar este submundo de espacios que realmente existen en la ciudad pero que son pocos conocidos para el espectador, los metros, las estaciones, las entrañas de los edificios, las cloacas.
¿Cuáles son vuestros referentes cinematográficos a la hora de hacer este tipo de cine?
D.P: Nos gusta el cine fantástico en su acepción más amplia. No sólo el apocalíptico sino muchas variaciones que nos ofrece este tipo de cine. Me pareció leer el otro día que Nacho Vigalondo decía que el cine fantástico no es un género sino un marco en el que trabajar y ahí puedes meter cualquier tema. Me parecía que lo que decía era muy interesante y muy cierto. En este caso cuando ya te metes en el género apocalíptico, hay muchos referentes interesantes. Desde el modelo de mayor presupuesto y espectacularidad, visualmente muy apabullante, como Hijos de los hombres de Cuarón a un cine más intimo y más abstracto como es El tiempo del lobo de Haneke. Son dos extremos de lo que sería este género. Nosotros estamos entre ambos.
A.P: Referentes tenemos muchos. A veces no son películas que tratan exactamente los mismos temas, cogemos de aquí y de allí e intentamos utilizar referentes de la vida real. Intentamos hablar de fenómenos reales como el piso del vecino con el síndrome de diogenes hasta la congregación de gente en el metro que intentábamos aludir al campo de refugiados. Todo intenta estar basado en imágenes de la vida real.
¿Cómo ha sido el trabajo con los actores?
D.P: Muy bien. Son unos actores como la copa de un pino. Eso se demuestra en determinadas escenas de la película en las que había mucho croma, mucho efecto digital y muchas de estas eran muy emotivas. Estas escenas se estaban rodando sin que los actores tuvieran delante lo que supuestamente tenía que estar. Cuando estos actores son capaces de darte esa emotividad y todo ese sentimiento y tú sabes realmente en que circunstancias se rodaron (risas) me quito el sombrero
¿Cuál creéis que es el apocalipsis que hoy en día existe en la sociedad española?
D.P:Creo que la crisis de las instituciones es muy fuerte, un desencanto absoluto ante el sistema que nos ha tocado vivir. Es una situación brutal, injusta y desigual. Le está quitando a la gente la ilusión y la esperanza. Creo que estos son motivos suficientes para llevarnos al apocalipsis (risas). Aunque creo que el fin del mundo llegará por el cambio climático, a nivel global, creo que es la hecatombe que tenemos a la vuelta de la esquina y no hacemos nada por evitarlo.
A.P: Estoy de acuerdo. Precisamente por la situación económica que estamos viviendo y que estamos centrados en soluciones a corto plazo, no nos damos cuenta del problema realmente grande que se nos avecina para el que necesitamos soluciones a largo plazo.
Entre Infectados y Los últimos días han habido unos proyectos en mente y que aún no habéis desarrollado, ¿podéis hablarnos de ellos?
D.P: Siempre se desarrollan muchos guiones y proyectos sabiendo que el 90% de ellos, por razones diversas, no se van a hacer. Conseguir levantar una película es muy complicado. La única manera de hacerla es tener varios proyectos y confiar en que uno de ellos salga. Teníamos en su momento unos cuantos y al final se ha hecho este. Ahora también tenemos varios, pero no te podría decir cuál se va a hacer. No porque no quiera es que no tengo ni idea y basta decirte este para gafarlo y que finalmente no salga (risas)
Es la segunda película en la que trabajáis juntos, ¿qué es lo más fácil a la hora de trabajar con un hermano?
D.P:Lo más fácil es cuando estas compenetrado y lo tienes todo hablado. Realmente tenéis la misma película en la cabeza y podéis trabajar sincronizados en una misma idea. Sobre todo poder confiar en el otro y apoyarte en él. No sólo durante el proceso de la película sino en cualquier momento de duda o complicación. Realmente admiro a la gente que dirige sola porque a mí me parecería muy duro y muy complicado.
A.P: Trabajar en equipo es muy recomendable, pero para ello tienes que tener una relación especial. Tienes que tener suerte y encontrar a alguien con el que compartes sensibilidades, gustos cinematográficos, intereses y tipo de historias que contar. Si no es así te puede salir el tiro por la culata y es lo peor que le puede pasar a una película.
Muchas gracias a los hermanos Pastor por su tiempo. Os dejo con el trailer de la película.