Crítica A cambio de nada

Miguel Herrán y Antonio Bachiller en A cambio de nada


Vuelvo a comenzar una crítica con una confesión. Este blog parece que sirve más para expiar mis pecados y que vosotros, mis queridos lectores, me perdonéis que para informar de cine. Pero no, porque una cosa es parecerlo y otra serlo y creo que confesándome ante vosotros entenderéis mejor mi punto de vista sobre la primera película del actor y ahora director Daniel Guzmán. Y aquí va, me produce cierto rechazo las historias que me resultan repetitivas o que creo haber visto anteriormente.  Ya está, es una confesión bastante obvia y que puede pasarnos a todos, ¿no?

Eso es lo que me pasa con la película A cambio de nada y por eso me sorprende los premios en Málaga  (Biznaga de Oro a la Mejor Película y Mejor Director), y las críticas que la definen como original, inspiradora, libre… Me hace sentir como la única persona del planeta Tierra (y a lo mejor de todo el universo) que le parece que esa película ya la ha visto mil veces con otros actores y dirigida por otros directores.  El argumento, para aquellos que no lo sepáis, trata de un adolescente que debe de lidiar con unos padres en proceso de divorciarse, el instituto que cada vez se le hace más cuesta arriba y a la vez descubrirse a sí mismo. ¿De verdad esto os parece original? ¿No os parece que lo habéis visto mil veces? Vale sí, que hay un alto componente autobiográfico, ¿pero qué adolescente no tiene problemas? ¿A qué hombre o mujer no se le hizo difícil la adolescencia? Y vale sí, ha tardado nueve años en gestarla y me parece estupendo que quisiera hacerla perfecta y sentirse orgulloso de ella y debe estarlo, porque a pesar de todo, es una película que está bien hecha, pero no es original, no cuenta nada nuevo.

Sí que es verdad que Daniel Guzmán demuestra que no se le da nada mal ser director y en un futuro si continúa ese camino puede darnos muchas alegrías, pero no por ser su primera película, y no por haber demostrado que puede hacerlo, vamos a ser completamente indulgentes con él y es que no deja de ser una historia repetitiva, previsible, que recurre a muchísimos tópicos (lo del chico gordo ya está muy visto) y además deja muchas subtramas completamente abiertas (sin ir más lejos la de Justo, el hombre del taller, o la de Antonia Guzmán).


Eso sí, la película cuenta con unas grandes interpretaciones de actores primerizos como Miguel Herrán o Antonio Bachiller que probablemente oiremos hablar mucho de ellos.